El Pingüino Amarillo es, simplemente, la persona que piensa  estratégicamente. Aquella que evalúa y pondera las cosas con el lente del Pensamiento Estratégico y las enseñanzas que provienen de la Estrategia. El Pingüino Amarillo adopta y aplica ciertos procesos mentales que lo convierten en un pensador estratégico. No existe un Pingüino Amarillo en el reino animal, e imaginar uno llega asociado a lo excepcional y distinto. Así es el pensador estratégico en comparación a las personas que interpretan las cosas que les pasan con “lógica convencional”. Porque “convencionales” son para él los procesos mentales que no están enraizados en las enseñanzas de la estrategia.

No es posible, por supuesto, clasificar el pensamiento humano. Pero se pueden tipificar ciertas interpretaciones de la realidad de acuerdo a los “filtros” que se incorporen en el proceso.

Nadie piensa igual que los demás, pero se comparte el entendimiento de algunas cosas y la forma de actuar en consecuencia de ello. Un ingeniero o un doctor tienen formas distintas de pensar y entender muchos aspectos de la vida. Diferentes, seguro, a las que tiene un biólogo marino o un antropólogo. Cada uno podría considerarse un Pingüino Amarillo en relación con los demás, pero el alcance de “ésas diferencias” no tiene necesariamente alcance sistémico. La mayoría de las personas utiliza más de un “prisma” para interpretar la realidad, dependiendo de hechos y situaciones. Se identifica con dogmas, credos, ideologías, escuelas de pensamiento, adopta posturas religiosas, convicciones políticas, convencimientos sociales, etc. Estructuras diversas de pensamiento que tienen a veces carácter pasivo que poco llaman a la acción y otras de mucha dinámica y poco fundamento ideológico.

Ver el mundo bajo el prisma de la Estrategia constituye un homenaje al sentido práctico, a la resolución efectiva de los conflictos (que de hecho conduce a evitarlos). A la habilidad en lugar de la fuerza, y sobre todo a la acción que diferencia y premia a unos hombres entre los otros. La Estrategia es, posiblemente, el sistema de gobierno más antiguo que existe. Le debe este honor a ésa triste particularidad que tiene el ser humano de entrar en conflicto con los demás para hacer prevalecer posiciones o argumentos. Esta realidad lo acompaña desde el principio de los tiempos, lo cuestiona en su calidad de ser racional y lo juzga moralmente. Pero finalmente es una realidad, no solo desde el punto de vista histórico, incluso a partir de un acercamiento antropológico.

La Estrategia es ése conjunto de conceptos, procesos y mecánicas de gobierno que le han permitido prevalecer sobre su oponente circunstancial. Como sistema de gestión, como concepto de administración, o finalmente como arte de dirección, la Estrategia tiene el mismo alcance y poder que tienen sus conflictos.

El pensador estratégico es como un Pingüino Amarillo. No es numeroso, y se lo puede reconocer fácilmente entre los demás. No debe esta distinción a una condición natural. El pensamiento estratégico es algo que se debe aprender y practicar, es finalmente una forma de ver y entender el mundo, y como tal demanda una vida de experiencia. La mayoría de las personas adopta un pensamiento lineal para enfrentar las adversidades. La Estrategia se considera aún una práctica vinculada al mundo militar o de los negocios, oscura y misteriosa hasta cierto punto, asociada a la intriga y la acción sospechosa. En tanto es así, el pensador estratégico capitaliza ventajas competitivas sobre los demás. Esto paga el esfuerzo por doble partida, porque a la par que resuelve problemas con inteligencia, también supera al resto en la conquista de los objetivos que pretende en la vida. Ello refuerza su condición de Pingüino Amarillo.

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